“LA CONSTRUCCIÓN DE LA SALUD Y DE LA ENFERMEDAD”
La enfermedad es una dolencia personal y también una
construcción social y cultural ya que cada sujeto vive la enfermedad según sus
características individuales y la construcción sociocultural particular del
padecimiento, siendo su comportamiento para el cuidado o recuperación de su
salud, singular y dinámico.
La concepción de salud y enfermedad depende de las
definiciones que el común de la gente tenga sobre su padecimiento las que
condicionarán los tipos de ayuda a buscar. Existe un complejo mundo de
creencias y valores, normas, conocimientos y comportamientos ligados
explícitamente a la salud que interaccionan permanentemente con la medicina
oficial y que dan cuenta no sólo de las modalidades de gestión de la salud,
sino también de la relación que el sujeto tiene con su cuerpo, con la
alimentación, con los hábitos de vida, con el tiempo libre, y con el conjunto
de los servicios sanitarios, entre otros aspectos.
La utilización del sistema de salud es el resultado de un
proceso que se inicia con la percepción de un problema de salud que se
convierte en necesidad, y ésta en demanda de algún tipo de atención. Se
considera que hay utilización cuando esta demanda es realmente satisfecha por
algún sistema de salud, formal o no.
De los diagnósticos y procesos de evaluación interna
realizados por los Centros de Salud en la ciudad de Salta, surge como problema
la baja utilización del al Sistema Sanitario por parte de algunas familias que
están bajo su cobertura. Indagar la complejidad y la relación de las distintas
dimensiones que entran en juego, ha sido el propósito del presente trabajo.
EL PROCESO SALUD-ENFERMEDAD-ATENCIÓN
La construcción del concepto salud-enfermedad no puede
entenderse fuera de su marco cultural, ya que los valores, representaciones,
roles y expectativas de las personas van configurando lo que cada uno entiende
y vive como el proceso salud-enfermedad. Cada sociedad, y cada grupo familiar
resuelve cotidianamente cómo cuidar la salud y cómo recuperarla cuando se ha
deteriorado, siendo éste un proceso dinámico no sólo desde la propia
experiencia personal sino también en relación al contexto que la determina.
Estos factores configuran distintos modos de pensar y de
actuar, con una diversidad de significaciones que se atribuyen al hecho de
estar sano o enfermo, donde aspectos como la edad, el sexo y las condiciones
materiales de vida, tienen una multiplicidad de expresiones.
Dada la ausencia de términos específicos en castellano
resulta difícil distinguir entre la enfermedad como padecimiento (illness) y la
enfermedad como un estado reconocido y clasificado por la intervención de un
profesional (disease). El primero alude a la dolencia vivida por el sujeto y la
segunda a la condición objetiva. Esta doble perspectiva de la idea de
enfermedad permite comprender más claramente el porqué de los comportamientos
de las personas frente a situaciones de "enfermedad", ya que en
algunos casos una dolencia considerada banal por un profesional puede
desencadenar la intervención de distintos referentes o agentes de salud. Pero
también sucede que un cuadro de enfermedad grave, diagnosticado como tal por
profesionales, no es causa necesariamente de una búsqueda de ayuda.
¿Qué es lo que determina que una persona demande atención,
ya sea por una práctica de cuidado (prevención) o bien por una de reparación
(asistencia)?
Como señalan Kornblit y Mendes Diz el fenómeno enfermedad
involucra distintos aspectos; no se limita exclusivamente al hecho de estar
enfermo por sufrir algún tipo de alteración. La percepción de estar enfermo no
sólo pasa por la posibilidad de identificar el problema sino también, y muy
especialmente, por la posibilidad de estar enfermo. Este último aspecto depende
fundamentalmente de los roles sociales que desempeñe el sujeto, así como del
lugar que ocupe la salud en su vida cotidiana.
La representación social que el paciente tenga de su
problema determinará qué acciones y procedimientos realizará. Esta
representación está construida socioculturalmente y tiene implicancias no sólo
cognitivas o racionales, sino también valorativas y actitudinales. Por ejemplo,
la ausencia del control del embarazo en algunas comunidades, tiene que ver con
la vivencia de un proceso "natural" en el cual no es requerido ningún
tipo de intervención.
LA PERCEPCIÓN
Los distintos conjuntos sociales prestan distinta atención a
los procesos mórbidos de acuerdo con su propia vinculación con el cuerpo. La percepción
del dolor o de un malestar está atravesada por una serie de factores que tienen
que ver con condicionantes estructurales, pero también con la propia
experiencia de vida y se inscribe dentro del proceso general de percepción.
Este proceso es necesariamente selectivo y puede compararse a la mirada en un
espejo en el cual se refleja una imagen que no es la realidad misma. En ese
"espejo" la imagen se agranda, se achica, se ilumina u obscurece, de
acuerdo a cómo nos situemos para observarla. De la misma manera, la percepción
que cada uno tiene de la realidad, se produce de acuerdo al modo y al
lugar/situación desde donde se mire.
Las posibilidades de percibir un problema de salud son
diversas y están sociocultural-mente condicionadas: factores como la
responsabilidad o el rol familiar que la persona desempeñe, así como las
prioridades cotidianas y las actividades que realice harán que lo perciba de
modo diferente en cada caso.
Sin embargo, éstos son aspectos poco considerados al momento
de intervenir desde el sistema formal de salud, ya que representan un corte en
un proceso que no siempre es visualizado por el profesional. Antes de que la
persona efectúe la demanda y utilice el servicio sanitario, muy probablemente
haya realizado algún tipo de acción, que responde a lo que se denomina
autocuidado. Este comportamiento responde a la propia percepción del problema,
y tiene que ver con su cosmovisión personal acerca de lo que es estar sano o
enfermo. Esto desencadena prácticas, de las cuales sólo una es o puede ser la
utilización del sistema de salud. Este recorrido previo a la demanda, no sólo
no es tomado generalmente en cuenta por el personal de salud, sino que en
muchas ocasiones la "mirada" del paciente acerca de su problema, se
relativiza como dato a considerar. Sin embargo, a pesar de la importancia que
pueda significar para el paciente el diagnóstico y la propuesta de tratamiento
sobre su dolencia, ésta es también mediatizada por su propia concepción y
representación de lo que le puede estar pasando. Esa persona, de vuelta en su
casa y en su medio, tomará o dejará las prescripciones dadas por el
profesional, de acuerdo a sus posibilidades de cumplimiento, pero también según
su propia interpretación de lo que tiene que hacer.
Como señala Fitzpatrick, la idea de enfermedad opera como
símbolo que se relaciona con una variedad de experiencias propias de una
cultura. Esta significación simbólica no siempre puede expresarse verbalmente,
pero su registro es fundamental para comprender el proceso salud-enfermedad-atención.
Aún en su expresión oral, requiere de la capacidad de buscar sentido en las
expresiones de los otros, elemento esencial de la comunicación humana.
La percepción de este
complejo proceso es personal y subjetiva y sólo puede comprenderse contextualizada
en el universo de creencias, valores y comportamientos del medio sociocultural
de cada persona, atravesado por las condiciones materiales de vida que reflejan
de modo singular el espejo de la realidad que cotidianamente vemos.
Por lo tanto, es necesario considerar a la salud o la
enfermedad no solamente como hechos del mundo de la naturaleza sino también
como hechos del campo de las relaciones sociales que implican valoraciones
subjetivas y situaciones de poder.
excelente compañera!!!!
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